Graciela Gasch, gerente de Recursos Humanos de UPS en la región de Colombia, Ecuador y Perú, no podía ser una mera espectadora y ver a miles de venezolanos hambrientos huir del país en busca de una mejor vida.
Graciela, una venezolana de nacimiento, pudo escapar hace años de la agitación política y socioeconómica que consume a su país y trasladarse a Bogotá, Colombia. Pero no pasa un día en que no piense en los seres queridos que dejó atrás.
“Me duele ver lo que ocurre en mi país. Tanta injusticia, no lo merecemos. Es algo que va más allá de todo lo que se pueda imaginar”, dice Graciela.
Cada recuerdo de la infancia la lleva de vuelta a Caracas, donde creció y, se queda sin habla cada vez que ve las caravanas de venezolanos desplazados que llegan, a menudo a pie, a Colombia.
“Cuando veo las imágenes de los venezolanos en la frontera, me digo que tengo que hacer algo y encontrar una forma de ayudar”, dice.
Graciela llegó a la fundación de UPS y preguntó si podrían hacer una donación al Programa Mundial de Alimentos para ayudar a los venezolanos desplazados en Colombia.
Dadas las necesidades en todo el mundo, puede ser un reto obtener los recursos necesarios. Graciela se encontró llamando a todas las puertas posibles. “Insistí, insistí e insistí”, dice.
Por último, Graciela recibió la respuesta que esperaba. La fundación de UPS aprobó una donación de 50 000 USD al Programa Mundial de Alimentos; 300 inmigrantes venezolanos en Cúcuta recibirían el apoyo y la ayuda que necesitaban. Los compañeros de trabajo podían oír los gritos de alegría que salían de la oficina de Graciela. Lo había conseguido.
“Lo que hizo Graciela fue admirable. No aceptó un ‘no’ por respuesta”, indicó Marioly Fiandor, directora de Recursos Humanos de la región de América de UPS, que incluye Canadá, México, Latinoamérica y Sudamérica. “Se fijó una meta y la cumplió”.
“Me duele ver lo que ocurre en mi país. Tanta injusticia, no lo merecemos. Es algo que va más allá de todo lo que se pueda imaginar”.